Definición de
cultura emprendedora
Cultura hace referencia a los conjuntos de conocimientos
e ideas que no especializados, sino son adquiridos, por el desarrollo intelectual,
mediante el estudio, lectura y trabajo. Emprendedor es una persona que tiene
iniciativa y toma de decisión para el momento que realice actividades difíciles.
Entonces lo que es una cultura emprendedora es el
conjuntos de conocimientos que tenemos e ideas, para el tomar una decisión.
Historia
Los humanos en
general son una especie emprendedora, porque en el transcurso de su existencia
han generado patrones de conducta relacionados con la innovación. Observamos
este hecho desde el mismo tránsito de la prehistoria a la historia de la
humanidad, la cual implicó seguramente la existencia de seres capaces de
explorar y organizar, hombres incógnitos, emprendedores primitivos capaces de
tomar riesgos y sostener iniciativas que contribuyeron a mejorar la vida de la
humanidad: son ellos los que crearon instrumentos de caza: el hacha de mano, la
lanza, vestimenta, descubrieron el fuego, la agricultura, la cocción del barro,
construyeron viviendas, inventaron la escritura y con ello, la historia; en
fin, inventaron la especialización social y la ciudad.
Aunque existan
manifestaciones culturales en el medio rural, su cultura realza la costumbre,
y, por consiguiente, este entorno no es propio para el cambio. Las ciudades son
donde las formas de organización social hacen prevalecer el intercambio de
ideas y la creatividad, las ciudades son el sitio donde la innovación se hace
característica.
Los espacios
urbanos fueron dominantes por primera vez en las sociedades del neolítico
establecidas en Mesopotamia, es decir, la parte occidental de la masa
euroasiática ubicada entre los ríos Éufrates y Tigris. Esta zona llena de
urbanidad fue el laboratorio de la producción urbana de la humanidad
occidental. En ella se inventaron todo tipo de utensilios, se cristalizó una
fase dinámica de avances y conflictos que configuraron su esencia . Ahí se dio un proceso
de creación que fue producto de la actividad emprendedora del individuo, aunque
tenemos pocos conocimientos de ello, ahí se inventó la escritura, las
matemáticas, la astronomía, se consolidó la agricultura; de ahí proviene la
cerámica, el ladrillo y el arte de la construcción; todo ello resultado de un
pueblo o conjunto de pueblos emprendedores.
Después fue en ciudades como Atenas donde
la libertad se constituyó en un ejercicio de cultura y destacaron los
emprendedores de la ciencia y la filosofía, pensadores que nos heredaron su
saber desde los tiempos de Sócrates hasta los de Hypatia, emprendedores que nos
legaron el conocimiento como objetivo humano y una hermosa biblioteca como
centro de la vida intelectual, la biblioteca de Alejandría.
En la Edad Media
los emprendedores fueron de tipo religioso en su primera fase y de tipo militar
y mágico hacia su final. Durante ella la creencia y la fe fueron la base de las
prácticas sociales, la organización social a partir de la ciudad fue relegada.
En lo general, en ese período la iniciativa individual era escasa, los
emprendedores de tipo civil no eran bien recibidos y eran pocos; hacia el final
de la misma, fueron los italianos quienes que se arriesgaron a atravesar
Eurasia y penetraron en el Imperio Chino en busca de comercio. Sin embargo, la acumulación de riqueza
tenía un grupo especializado en ello, los judíos, quienes hicieron del ahorro y
la inversión un oficio para obtener dividendos, en su éxito se encontró otro
motivo para justificar su marginación. Asimismo, otro tipo de emprendedores
fueron los alquimistas, quienes conjuntaron la magia y la ciencia con el
objetivo de encontrar la piedra filosofal, la substancia que contuviera en sí
misma los cuatro elementos y poseyera las propiedades necesarias para
transmutar cualquier metal en oro, que fuera elixir de la vida, que curara
enfermedades y lograra la inmortalidad, y por increíble que parezca, está
búsqueda dio como resultado el descubrimiento de los fundamentos de la química.
Esta situación
cambió en el siglo XV, cuando Bizancio cedió ante el avance musulmán en el
oriente europeo, y en el occidente fueron derrotados en la Península Ibérica,
una serie de emprendedores indagaron rutas comerciales alternas que rompieran
el bloqueo otomano de la ruta de la seda. Esta búsqueda transformó al mundo.
Emprendedores como Enrique el Navegante traspasaron el Estrecho de Gibraltar e
iniciaron la exploración de las vías marítimas hacia el Oriente.
Este fue el comienzo de los grandes descubrimientos geográficos que permitieron
a marinos italianos, portugueses y españoles darle la vuelta al planeta. Estas
iniciativas transformaron al mundo entre 1450 y 1800, es decir, entre el
Renacimiento y la Ilustración, por eso este fue un periodo caracterizado por
grandes emprendedor.
En este periodo los océanos fueron conquistados, el
comercio alcanzó un volumen y una dimensión geográfica nunca antes logrados. El
aumento del intercambio comercial motivó fuertes oleadas de emigración de
Europa al resto del mundo, y hubo un conjunto de emprendedores: exploradores,
conquistadores, nuevos religiosos, gente que se arriesgó a establecer formas de
vida guiadas por la utopía o por la ganancia. Estos emprendedores modificaron
la vida entera del planeta: globalizaron su economía.
Las ciudades
fueron nuevamente los sitios en donde los emprendedores civiles encontraron un
nicho para sus actividades, los libertos urbanos, alejados de los dominios
territoriales, generaron sistemas que se basaban en la producción para el
intercambio a pesar de las excesivas reglamentaciones y de su carácter
corporativo, pero también se apoyaron en sistemas de conocimiento donde la
razón, no la creencia, ganó la batalla. Así, desde el origen de la Época
Moderna, cuando la organización social se fincó de nuevo en la razón y el
entendimiento, se creó una nueva cultura que aceptó como valor el progreso
material de la humanidad.
La razón se
difundió a partir del siglo XVIII como principio explicativo de todo: de la
naturaleza, de la religión y del propio hombre. La creencia fue sustituida por
la ciencia, la ganancia dejó de ser pecado, los préstamos a futuro y a
distancia se desarrollaron sentando las bases de un mercado financiero
internacional, los sistemas comerciales florecieron, primero bajo la acción
emprendedora protegida por los reinos, luego, como expresión privada. La vida
toda, determinada por el esfuerzo personal, era una vida con futuro porque el
bienestar se convirtió en el objetivo del mundo.
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